Lo primero que hice cuando llegué a casa desde el hospital con mi hijo, fué mandar a mi marido a la farmacia a comprar un paquete de leche de fórmula, por si acaso. ¡Cuánta ignorancia! Ahora me rio, pero en ese momento era totalmente desconocedora del "Mundo de la teta" como lo llama mi medio limón.
Varias auxiliares y algún enfermero en los días que permaneció ingresado mi hijo llenaron mi cabeza de ideas absurdas, tales como que no tenía leche suficiente, que mi hijo era muy tragón y que lloraba de hambre. Pues bien ahora y desde aquí les digo que: Sí que tengo leche y efectivamente mi hijo es un tragón y mama cada vez que le da la gana y no lloraba de hambre, lloraba porque estaba solo y le daban biberón con leche de fórmula que le hacía retorcerse de dolor. Lo que consiguieron esas personas era confundirme, a parte de que durante esos días utilizaba el sacaleches del hospital, en una sala en la que había 3 máquinas más, sin ninguna intimidad y sin poder relajarte pues la puerta la abrían cada dos por tres, era lógico y normal que en esas circunstancias y sin tener a mi bebé cerca la leche no fluyera como debiera. Todo se solucionó al llegar a casa, al recuperar a mi bebé, al que necesitaba hasta para respirar, pues cada segundo que pasé lejos de él fué una verdadera tortura que aún hoy llena mis ojos de lágrimas.
Poco a poco empezamos a conocermos mejor y a descubrir nuestro ritmo, o mejor dicho, el de él, porque a partir del momento de su nacimiento,toda mi vida gira en torno a él y a sus necesidades, de veras que es una gozada. Aún así he de reconocer que todos esos comentarios han resonado en mi cabeza hasta hace más bien poco y hasta los cuatro meses no conseguí tener seguridad completa de que estaba haciendo lo mejor, pero aquí estamos con casi un año de lactancia a nuestras espaldas y disfrutandolo cada día más.
Durante los primeros meses, dar el pecho, era para mí un gran momento de relax, un momento por pequeño o largo que fuera en el que el resto del mundo dejaba de existir para mí. Hoy en cambio es un momento de disfrute total, mi hijo juega con mi pezón como si fuera de goma, al mismo tiempo que me mira y se sonríe y yo me derrito, porque es un momento de complicidad , me encanta verlo mamar en cualquier postura que se le antonje y sobre todo me encanta cuando clava sus ojos en los míos y sostiene la mirada largo tiempo. Son los mejores momentos del día., son los que recuerdo todas las horas que debo estar separada de él, mientras trabajo.
Por parte de la familia, a rasgos generales, he de decir que he recibido mucho apoyo,sobre todo de mi marido. Aunque en algunas ocasiones, en las que las cosas no pintaban tan bien; la crisis de los tres meses, un rechazo monumental a los 5 meses y demás complicaciones, todos y cada uno de ellos me ha propuesto tirar la toalla, pues he llorado y he sufrido, y era la manera que ellos encontraron de darme ayuda y consolarme.
Con paciencia todo se ha solucionado. Entiendo que pensaran que no era tan grave darle fómula, pero en mi cabeza siempre ha estado esta idea; Y si vivieramos en un lugar sin alternativas? que haría? pues lo que he hecho,ser constante y paciente. Merece la pena.
jueves, 20 de noviembre de 2008
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