Una década, la primera de muchas. La vida no me había preparado para semejante regalo cuando en la madrugada del 6 de diciembre de 2007 llegaste a mis brazos. Fué un flechazo, un sólo cruce de miradas y caí rendida a tus pies.
Guillermo, me hiciste madre y has sido mi luz todo éste tiempo, como siempre te digo gracias por acompañarme en éste viaje, mi gran maestro. Eres noble, bondadoso, cariñoso, cabezota, tremendamente inteligente pero por encima de todo es el AMOR que das cada segundo del día el que te caracteriza. Nunca hubiese podido soñar un hijo mejor que tú, eres perfecto para mí.
Nunca mires hacia atrás con rencor o desprecio,
los pasos que has dado te han traído a éste instante.
Nunca des un sueño por perdido, ni un amor por ganado.
Nunca permitas que te anulen, ni que te menosprecien,
pues vales lo mismo que el universo entero.
Nunca reprimas tus emociones, déjate sentir, hijo mío,
sin dañar, sin pisotear, sólo reconociéndolas, para que no te atrapen.
Nunca dejes de cantar, ni siquiera en los días grises,
la música es el motor del alma y
tu alma es la más bella que conozco.
Nunca pongas tu valor y tu felicidad en manos de nadie,
sólo tú eres capaz de darte lo mejor, sólo después de amarte a tí mismo
otros podrán amarte como te mereces.
Nunca cambies tu mirada, ésa que lee las almas de los demás
y embellece cuanto toca.
Nunca dejes de reír, pues tu risa transforma cualquier espacio,
escucharte es un regalo, el más grande.
Nunca dejes de hacer lo que tu intuición te dicte,
persigue tus sueños, ama tu vida, haz de cada día el mejor.
Nunca, nunca, dudes de mi amor por tí.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS!
Gracias por ser mi maestro, mi luz. ¡TE AMO!